A apenas unos días de que llegue el día 20 de febrero, fecha en la que posiblemente desde Sony presenten su próxima consola de sobremesa, se hace complicado no echar una mirada a los estantes con juegos que tenemos y pensar: ¿ha dado de sí todo lo que podía esta generación?
Podríamos pararnos a mirar fechas de lanzamiento de cada una de las consolas de esta generación que llega a su fin, y compararlas con las de la anterior de una forma más concreta, pero para lo que se va a tratar aquí, creo que basta con decir que lo que ha sido la generación de estos años atrás (Xbox 360, PlayStation 3, Wii) se gestó en el año 2006. Teniendo en cuenta que estamos en el año 2013, han pasado ya más de seis años desde que llegaran entre nosotros.
La nueva generación ya está entre nosotros, o al menos por parte de Nintendo, pues su Wii U ya lleva unos meses en el mercado, y hay que recordar lo que esta generación que se va ha significado para nosotros, para las consolas y para los videojuegos.
El juego online y los entornos sociales
Una de las mayores novedades que llegaron con las consolas de la generación fue la conectividad a internet. Cierto es que PlayStation 2 y la primera Xbox ya gozaban de algunas características, pero nada equiparable a lo que se ha vivido estos años. El juego online se ha convertido en algo imprescindible en muchos géneros, en algunos, hasta lo único importante. Hemos pasado del “jugar a dobles” con nuestros hermanos y vecinos, a jugar con cientos de personas gracias a internet.
Esto es algo que los habituales de PC ya tenían más que aprendido, pero que para las consolas se convirtió en algo revolucionario. No hay más que ver cómo cada vez las compañías fueron decantándose más y más por las posibilidades sociales, creando sus propios sistemas, las listas de amigos, mensajes privados… Cualquier cosa que permita conectar con otros jugadores y comunicarse con ellos desde la consola, era bienvenida.
Cada compañía ha tenido su aproximación a todo este fenómeno. Microsoft apostó fuerte por un online sólido a base de cuotas, mientras que Sony ofrecía un sistema de juego online gratuito que más tarde ampliaría con una opción de pago que otorgaba más beneficios al jugador. En Nintendo quedaban relegados sin remedio a un tercer puesto con su Wii, que si bien también contaba con funcionalidades de este tipo, eran mucho menos utilizadas.
La consola ya no es solo para jugar
La idea de convertir las consolas de sobremesa en sistemas de entretenimiento para toda la familia ha imperado con el pasar del tiempo. Ver películas, usar redes sociales, navegar por internet, ver la televisión, reproducir música, ver programas de pago… Poco a poco todo eso se ha ido introduciendo en las consolas modernas para convertirlas en las reinas del salón. Aquí en España podemos vivir esto, pero desde luego el mayor exponente es Xbox 360 en Estados Unidos, donde la consola de Microsoft se convierte en uno de los mejores aparatos para ver la televisión del mercado.
Eliminar la idea del clásico jugador que se pasa horas encerrado con la consola en su habitación ha sido otro de los dogmas de las compañías en los últimos años. El objetivo era reunir a la familia, a los grupos de amigos, alrededor de la consola para que todos se divirtieran juntos. Nintendo fue al inicio la más centrada en esta propuesta, aunque Sony y Microsoft se sumaron poco después, cada una a su estilo. A día de hoy es Microsoft la que parece más empeñada en alzarse con el título de “compañía con la mejor consola familiar“, aunque no es complicado imaginar que, aparte de los juegos, sus funciones multimedia tienen gran parte de la responsabilidad de ello.
Dejemos el mando a un lado
Cuando Nintendo lanzaba Wii al mercado, su sistema de control por movimiento fue toda una revolución. Jugar con el mando en la mano pero moviendo todo el cuerpo era algo muy goloso como para dejarlo escapar. Fuimos muchos los que no pudimos evitar echar unas partidas al inicio al tenis o a los bolos, y menos aun los que, tras probarlo, optaron por resistirse a su compra. Nintendo colocó muchísimas Wii en los hogares de todo el mundo en muy poco tiempo. “Entretenimiento para toda la familia“, decían, y no se equivocaban. Adultos y niños jugaban por igual y todos se divertían.
Sony y Microsoft no tardaron en reaccionar y presentaron sus alternativas: Move y Kinect, respectivamente. Mientras Move era básicamente un calco de lo que ya podía hacer Wii, Kinect se revelaba como un aparato revolucionario que permitía jugar sin mando alguno en las manos. Aunque aquellos fallos en las primeras presentaciones del aparato siempre estarán grabadas en la mente de todos.
Cualquier poseedor de una PlayStation 3 puede dar fe de que Move se ha convertido en algo muy anecdótico y poco usado con el tiempo. No son muchos los juegos que hacen uso de él, y de esos, pocos en los que realmente merezca la pena. Kinect por su parte si ha alcanzado un éxito considerable, y ya no solo como accesorio para videojuegos, también en muchos campos de investigación. Los juegos para Kinect abundan, aunque no todos sean lo que se puede considerar “decentes“, y los niños disfrutan como… eso, niños, con uno de ellos. Aunque a la hora de la verdad tampoco pueda considerarse un aparato que haya revolucionado a Xbox 360 ni mucho menos, es innegable que está mejor considerado que Move. Una de las pruebas es que Microsoft quiere mejorarlo todavía más de cara a la próxima generación. Veremos qué nos ofrecen.
Las franquicias que nos vinieron
Por mucho sistema de control nuevo, funciones multimedia y opciones sociales que tenga una consola, esta sigue sin ser nada si no está apoyada por los jugadores. Y para que los jugadores quieran una consola, esta ha de tener buenos juegos. Muchas franquicias llegaron a la generación precedidas por éxito cosechado en la anterior: Halo, Devil May Cry, Final Fantasy, God of War… De todo había y sería muy largo mencionarlas todas. Más largo sería enunciar cuáles consiguieron seguir triunfando y cuáles no, aunque probablemente ya tengáis una idea bastante amplia al respecto.
Como era de esperar, no solo de viejas glorias se puede vivir, así que la máquina de las desarrolladoras se puso en marcha para crear algunos de los títulos más carismáticos, conocidos y queridos de la historia. Mass Effect es un buen ejemplo de “franquicia de la generación“. Shepard nacía un año después de la llegada de las consolas en las que aparecería, y hasta el pasado año no se lanzó Mass Effect 3, cerrando la trilogía en un principio. Dead Space, cuya tercera entrega se lanzará los próximos días, es otra de esas franquicias “nacidad y crecida” en el caldo de cultivo que han sido las consolas de estos años. Bioshock, Assassins Creed, Uncharted, Gears of War... nombres que no dejan a nadie indiferente. Sus protagonistas ya han pasado a la historia de los videojuegos con letras mayúsculas. Los suyos, y los de bastantes más títulos.
Los juegos también evolucionaron con las consolas. La potencia daba más libertad a la hora de desarrollar, y esa libertad se traducía en nuevos tipos de juegos y opciones para el jugador. Se hicieron cambios para bien, otros para mal, pero no hay duda alguna de que se ha sabido explotar lo que se podía hacer con las consolas actuales. ¿Alguien se imagina un Dishonored en PlayStation 2?
Muchos momentos memorables dejamos atrás. Hemos vivido historias intensas, divertidas, dramáticas e incluso eróticas, y no nos costará recordar un buen puñado de escenas como algunas de las más grandes de la historia de los videojuegos. Los juegos de esta generación nos han marcado, y no podemos negarlo.
Para picar a los más competidores nacían los “logros” o “trofeos”. Esos pequeños retos de toda la vida pero que ahora se recompensaban con puntos, números, con los que presumir ante los amigos y conocidos de la gran cantidad de juegos que nos habíamos pasado o de que habíamos conseguido eso tan complicado que él no. Sin duda uno de los pilares por los que actualmente se mide el “nivel” de gamer de cada cual.
Pero entonces, ¿ha valido la pena la generación?
En mi opinión: por supuesto. Hemos podido disfrutar de grandes títulos clásicos y de grandes nuevas franquicias. Hemos visto evolucionar las consolas hasta convertirse en lo que ahora son, y con ellas, ha evolucionado el mundo de los videojuegos en general. Algunas cosas nos gustarán, otras no tanto, pero la evolución está ahí y para verla solo tenemos que dirigir un poco la vista hacia nuestra consola.
Es muy posible que antes de que llegue finales de año ya podamos hacernos con la nueva consola de Sony o Microsoft, y más de uno ya tendrá su reluciente Wii U junto a la televisión, pero al menos a mí todavía me queda una larga lista de juegos de esta generación por jugar que me temo que no habré liquidado de aquí a diciembre. Ni de aquí a diciembre del 2014. Seguramente tampoco para diciembre del 2015. ¿Qué demonios? Todavía tengo juegos de PlayStation 2 pendientes.
No voy a mentir diciendo que me parece innecesario que se lancen nuevas consolas. Estoy deseando ver qué nos presentan, ilusionarme con los nuevos juegos que anuncien, estar al tanto de todo lo que vayan diciendo, y poder decirme a mí mismo: “esto va a ser la hostia“. Porque yo soy así. Me gustan las cosas nuevas y brillantes que prometen mucho. Pero por mucho que brillen las próximas consolas, no será tanto como para deslumbrarme y hacer que me olvide de que las anteriores todavía me esperan para ofrecerme muchas horas de entretenimiento pendientes. Y espero que las siguientes puedan hacer lo mismo cuando llegue la hora de su retirada dentro de muchos años.